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No sabía a dónde se dirigiría,
pero algo le insistía ir a algún lugar. En el silencio de la noche fluían
mejor los autos y sus pensamientos, que brotaban como el chispazo de un
cigarro arrojado al pavimento.
Conducía con los residuos del día
y sus pendientes transitando en su mente, sin saber su destino, ni que esa última
noche, en un chispazo, éste llegaría a él.
11 de enero de 2016.