29 septiembre, 2011

No raquetees mis lanzamientos, que la dicha mía

es abastecerte con los contenidos de mis bóvedas.


Mis prácticas kinestésicas me abofetean cuando las procuro.

¡Ay! Mis falanges vibran al invocarte.


Sin ser médico detecto los síntomas:

jardines pasmados en el parabrisas de la carroza.


Te llamo suerte y no azar:

voluntad intrínseca:

apareciste en mis orígenes.


Obsequiaría mis párpados a cada anochecer por cortesía

si mis excavaciones y mapas concluyeran a ti.


El tesoro de mi cofre es un perpetuo chapuzón en tus lagunas periféricas.


Si mi nariz es un molino, tú eres el viento.

No ceses tus soplidos.

Las comisuras se estiran como ligas gimnásticas,

y si suelto mi extremo,

colgaré aferrado a un risco que podría ser cascada.


04:27 am

04/27/2011.

De abajo a arriba, con su melodía,

el abejorro transita mi pista vertebral.


Mi nuca, el nuevo agujero de tu hormiguero.

Los dos cestos cesan su tambaleo.


Me haces sentir y no pensar.

Apagas el cerebro, enciendes el corazón.


Si no fuera por mi costillar

Inflaría mis pulmones hasta casi reventar.

ya como globo aerostático en vuelo, te cogería las manos

y recorreríamos mis ciudades preferidas,

reposando en las nubes gibosas.

¡Oh! ¡Colchón de plumas de faisán!

Amortiguas mis simulacros de terremoto.


Mi esfera cristalina, las nítidas e insípidas burbujas, y la bombilla de porcelana yacen cómodas entre paredes de algodón y seda:

Sólo así reitero mi pasión lunática.


Tú, el refrigerante de mis pósimas,

sal que agría mi empalagosa mermelada de chabacano,

eres la nube animalezca que protege mis anteojos del astro ofuscador.


En el techo se dispersan mis remolinos de caramelo fluoresente.

Mil y un gritos se escapan de mis fosas nasales:

Reguiletes de trébol giran al son de tus brisas ambulantes.


Con tu frágil cuchara azul difuminas mis solventes sentimentales,

alimentas con porciones de buffet al bravo canino de intraspasables jaulas.


Oh, barandal de mis tropiezos,

resorte de mis disparos,

¡Le has regalado fuego a mi pólvora!

¡Ay! rocío de frescura,

sudor de uñas,

enguaje de mi rostizar.


Broncéame las encías,

que construyo castillos con migajas de pan.


Me vuelvo trompo, columpio y globo terráqueo,

y no ceso de revolotear.


¡Ay! chapoteadoreo de mis sequías,

mójame los párpados que no sé si estoy dormido.


En mi realidad onírica pasé lista,

leyendo en voz alta,

nombre por nombre y ni siquieras estabas ausente,

porque ahí no existes.


Si no apareces es porque no te temo,

si no te sufro porque no te deseo.


En vigilia eres ya un sueño,

un sueño mío.

Si morir es un eterno descanso,

¡más vale perecer demasiado fatigado!

¡Prefiero obrar hasta la muerte,

que reposar infinitamente!

tú doctora, yo paciente.

sin estar enfermo me curas.

si me impaciento no obtendré tu medicina.


examíname sin bata,

tantéame las flaquezas.


pa' ciencia... en los laboratorios.

pa' mí... recetas de esperanza.

Hay un embudo entre tú y yo,

un reloj de arena

que filtra mis exquisitos caldos

y los vierte en tus pozas potables.


El exceso de escasez de nuestros coincidires

hace brotar de mis relampagueantes cumulonimbos

granizos de diamantes.


Germino en mis atardeceres,

florezco en tus anocheceres.


¡Ay! Si fuera así cada rodeo solar,

mis uñas serían pétalos,

mis dedos pístilos,

mis manos pedúnculos,

mis brazos tallos!


Pajar entre agujas,

ábreme tus guaridas

para polenizarte,

enmielarte

y hacerte la música,

no el baile.

empequeñécete como un cuerpo nuevo,

enlázame con tu cordón umbilical,

cuélgate cual gancho de mi cuello: (tronco voraz de coraza abundante.)


arrellánate y disuélvete en mis cavidades pectorales,

úsame de silla, de carreola.


eres un panal repleto de benévolas epidemias,

un nombre en diminutivo.

Quiero quererte (más). Déjame.

Quiero quererte.

Déjame.

Quiero quererte porque no te quiero y me gustaría.

Déjame quererte, que solo me retengo.

Que sólo me retengo.

Quiero quererte, porque ya te quiero y aspiro a más.


Mis anhelos me llevan a un en encuentro.

Esa posesión es la certidumbre.

Si algo me has obsequiado,

ha sido un licuado de dudas.


Mejor déjame

y recuerda olvidarme.

Llegaste sin saludarme,

ahora despídete sin irte.


Déjame, pero no te vayas,

Déjame, pero no me dejes.

Busco por terco,

Te encuentro por necio.


Déjame seguir queriendo.

Déjame querer querer.

Mejor déjame, Solo como estoy,

que así no quiero seguir queriendo.


Déjame mejor. Déjate querer y nada más.

Sin nada a cambio, que la batalla es el motor,

Y si no me dejas, me dejarás peor.


Si te dejas, ¿te seguiré queriendo?

Ya te dejaste a ti, y no me dejas ni a mí.

Te estoy dejando por no haberme dejado antes.


Yo me dejo quererte,

Te dejo querer: Quiéreme.

Te dejo quererme.

O te dejo de querer. Te quiero dejar.


¿Soy infiel conmigo, por serte fiel a ti?

- Me dejo a mí por ti, porque te quiero.


¿O soy infiel a ti, por ser fiel conmigo?

- Te dejo a ti por mí, porque me quiero.


Dejémonos, que ambos queremos y no te dejas.

Y si te has ya dejado, queremos querernos y no nos dejamos.


Yo te dejaré, tú te dejaste a ti.

Yo te dejaré. Quiero quererte.

¡Ya déjame!


Te siento mía,

Me siento tuyo

Yo más tuyo que tú mía


Me siento mía,

Te siento tuya.

Yo mas tuya que tú mío.


Si te quisiese tener, no te querría amar.

Te quiero por no poseerte.

De nada y nadie soy dueño,

De todo y todos lo soy.


No te tengo porque fueras inalcanzable,

No te tendría hasta que tú sola te tuvieras

Y nos tuviéramos, sin poseernos,

uno al otro, como uno solo.


¿Para qué tenerte si ya me tengo a mí?


O querámonos de lejitos.

Si enjaulara la luna y el sol,

y enfrascara el mar y el viento

¿Cómo adorarlos?


Si ya te albergo,

¿Cómo visitarte?


Si se trata siempre de uno,

y queriéndote me quiero,

Déjame quererte, para quererme a mí.

Si te quiero sin que me dejes quererte,

no me querré como querría quererme,

que es queriéndote.


Queriéndonos. Yo a ti, yo a mí.


No te pido que me quieras.

Te pido que me dejes quererte.


Quiero que no estés conmigo,

para poder quererte más.

Déjate y no te dejes, para siempre querer.

Déjanos querernos.


Me quiero a mí dando.

Dándote recibo.

Queriéndote me quiero.

Quiero quererte, para quererme.


Déjame dejarte.

Que me quieres queriéndote,

pero no te quieres queriéndome.

Yo no quiero dejarte.


Dándote me doy. Déjame darte.

Démonos.

Dame y te doy, y me doy, y nos damos.

Me dejo dar por mí, porque tú no me das.

parlanchinas nasales,

son un archipiélago de icebergs invertidos,


desafortunado mi costal de rocas de riachuelo,

se agujeró y dispersó sobre sus horizontales explanadas un signo

que sólo nosotros traducimos.


mi espalda carga un escudo,

con él, cremalleras y bozales, las protejo de una fiera,

si se fijan bien, mis garras se esconden debajo de los guantes.

queriendo pulverizar el pavimento cae la lluvia del cielo,

porque la tierra, su aliada y espejeada gemela, le grita: "¡estoy fértil, ayúdame a emerger!"


oh, nubes furiosas,

sus gritos aterrorizantes son recta justicia.

sus estronduosas y aceleradas ramas,

con un destello, como caudal en mapa, señalan el nido.


su venganza sería ausentarse para siempre,

o nunca irse.


por hoy, ¡váyanse!

antes de que las embotelle y venda en catálogos virtuales.

tu delator cuello de flamingo, humeantes exhalaciones y pavorosos muslos de yegua con las muelas dañadas

son la inequívoca evidencia que me ahuyenta de un mí contigo,

¡confirman nuestra improbable compatibilidad!


Ya innecesario sería enrejar mis guaridas

siete kilómetros a la redonda.


Con cordones atornillados a la correa de mi collarín,

me arrastrabas,

jalándome frenéticamente,

pero me empeloté como cochinilla

y rodé,

rodé,

y rodé sobre mi estuche,

para que no me tocaras.


tus bastones son cortos,

te encorvas como manguera sin uso.


Rompiste mi mente, pero nunca mi caparazón.

Fuiste temblorina en mis cambios de hoja,

y hasta durazno matutino.


Hablaste sola y ni tú te escuchaste.

Bebiste de mi sagrado licor de conchas marinas,

y yo, victorioso, me quedé la brillante perla.

sé la última

se supone que deberías estar adentro,

aquí,

haciéndome sentir,

dándole fuego al aire,

desempolvando mi diamante,

lubricando las bisagras,

desenredando pestañas,

regando los jardines


corre y métete en mí,

en mí,

en nosotros.


sé la última,

sé la última en ingresar y las puertas se abrirán.

inhibición, eres tan tóxica como el licor.

irremediable curación,

envenéname de gozos


tumba de mi nacimiento,

devuélveme mi espada.


cuna de mi perecer,

otórgame la prohibición


tijeras de mi itinerario,

arrebátenme el olvido,

llévenme conmigo,

y desvístanme de mí.

Dímela.

Dime la diferencia entre hacer y no-hacer,

entre no-hacer y deshacer,

entre hacer y deshacer.

Dímela.