¡Oh! ¡Colchón de plumas de faisán!
Amortiguas mis simulacros de terremoto.
Mi esfera cristalina, las nítidas e insípidas burbujas, y la bombilla de porcelana yacen cómodas entre paredes de algodón y seda:
Sólo así reitero mi pasión lunática.
Tú, el refrigerante de mis pósimas,
sal que agría mi empalagosa mermelada de chabacano,
eres la nube animalezca que protege mis anteojos del astro ofuscador.
En el techo se dispersan mis remolinos de caramelo fluoresente.
Mil y un gritos se escapan de mis fosas nasales:
Reguiletes de trébol giran al son de tus brisas ambulantes.
Con tu frágil cuchara azul difuminas mis solventes sentimentales,
alimentas con porciones de buffet al bravo canino de intraspasables jaulas.
Oh, barandal de mis tropiezos,
resorte de mis disparos,
¡Le has regalado fuego a mi pólvora!
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