29 septiembre, 2011

Hay un embudo entre tú y yo,

un reloj de arena

que filtra mis exquisitos caldos

y los vierte en tus pozas potables.


El exceso de escasez de nuestros coincidires

hace brotar de mis relampagueantes cumulonimbos

granizos de diamantes.


Germino en mis atardeceres,

florezco en tus anocheceres.


¡Ay! Si fuera así cada rodeo solar,

mis uñas serían pétalos,

mis dedos pístilos,

mis manos pedúnculos,

mis brazos tallos!


Pajar entre agujas,

ábreme tus guaridas

para polenizarte,

enmielarte

y hacerte la música,

no el baile.

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