tu delator cuello de flamingo, humeantes exhalaciones y pavorosos muslos de yegua con las muelas dañadas
son la inequívoca evidencia que me ahuyenta de un mí contigo,
¡confirman nuestra improbable compatibilidad!
Ya innecesario sería enrejar mis guaridas
siete kilómetros a la redonda.
Con cordones atornillados a la correa de mi collarín,
me arrastrabas,
jalándome frenéticamente,
pero me empeloté como cochinilla
y rodé,
rodé,
y rodé sobre mi estuche,
para que no me tocaras.
tus bastones son cortos,
te encorvas como manguera sin uso.
Rompiste mi mente, pero nunca mi caparazón.
Fuiste temblorina en mis cambios de hoja,
y hasta durazno matutino.
Hablaste sola y ni tú te escuchaste.
Bebiste de mi sagrado licor de conchas marinas,
y yo, victorioso, me quedé la brillante perla.
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