07 junio, 2012

Gotras



Salimos de ese lugar sin puertas ni paredes ni techos al que entramos sin saber cómo ni cuándo, hacia un pozo que la lluvia desbordó. Caminábamos sobre una llanura de agua. Una nube obscura y diminuta ambulaba por puntos estratégicos, como dirigida por un antiguo dios que hacía de sus dedos torbellinos y rayos. La nube se posó sobre nosotros, pero no arrojaba agua, sino que absorbía energías. Nos limpiaba.

Seguimos caminando; del suelo de agua llovían gotas de tinta, provenientes del fondo del pozo, como letras cayendo hacia arriba, dirigiéndose hacia la más llena de las lunas. Me miraste sin ojos y me dijiste sin boca que con la luna la poesía hierve, y con poesía la luna brilla más. Las gotas-letras (gotras) bailaban como bailan el vapor y el humo. Subían atraídas por una gravedad inversa, imantadas al cielo. Nos desnudamos del cuerpo, la prenda que vestíamos en esa vida, y en forma de viento cogimos las pieles y las estiramos, haciéndolas nadar entre las gotras, como si fueran papalotes-lienzos, para tatuarlas de signos.
Al terminar, te vestiste con tu cuerpo y me mostraste las marcas de tinta que capturaste: eran tus lunares, formando constelaciones en tu piel. Me coloqué mi cuerpo y leí en él este cuento.

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