-¿Con quién estabas hablando?
-Corrió cuando tú llegaste,
aunque sigue por aquí.
-Creo que no te entendí.
-No sé si lo entenderías.
-Ándale, dime con quién,
oí cuatro o cinco voces...
-Pues no las oíste bien.
-Eran muchas más, ¿verdad?
-Así es, miles o millones
que forman un solo grupo;
Renacen, viven y mueren,
Y jamás están de luto.
-A ver, a ver...ve más lento.
¿Dónde caben si son tantos?
-Ellos no ocupan espacio
porque no tienen un cuerpo.
-¿Son un grupo de fantasmas?
-No los llamo de ese modo.
-¿Entonces cómo los llamas?
-No lo debo pronunciar.
-¿Entonces a dónde fueron?
- No se fueron, aquí viven.
-¿Desde cuándo están aquí?
- Mucho antes que nosotros.
-¿Cómo sabes si aparecen?
-No los ves, pero se sienten.
-Entonces... ¿son como el viento?
-Sí, también como las flores,
Las montañas o las piedras,
Y todas las cosas vivas.
Son de la naturaleza.
Han estado siempre aquí,
Pero nunca te percatas
Ni de tu propia presencia;
Y cuando por fin los notas,
Se te revuelve el estómago.
-¿Apoco las flores hablan?
-No, pero obsequian palabras,
Emanando su belleza
Hacia quienes las observan.
¿Y qué es lo que ellos emanan?
-Ellos susurran respuestas,
y tú buscas las preguntas.
-¿Qué respuestas te dijeron?
-¿Para qué quieres saber?
- Pues...tal vez esos consejos
les sirvan a otros también.
-Todos somos diferentes,
No todos buscan lo mismo.
Además no son consejos.
-¿Entonces qué son? ¿Secretos?
¿Acaso son advertencias?
-Ya te dirán algo a ti...
¿Para qué te digo ahora?
-¿Están aquí ahora mismo?
-Sí, pero pero están escondidos.
-¿Escondidos para qué?
¿No que eran invisibles?
-Para ti sí, todavía.
-¿Por qué yo no los he visto?
-Porque se ven sin los ojos,
además estás muy jóven,
pero estás por empezar.
-¿Tú los puedes invocar?
- Eso aún no te concierne.
-¿Vienen cuando los llamas?
-Sólo salen en la noche,
y más cuando hay luna llena.
-¿Cómo son tus amigos?
-No son míos; no lo sé.
-¿Por qué prendiste las velas?
-Apágalas con los dedos,
Nunca les soples, acuérdate.
-No me dijiste porqué...
-Son para hacer un ritual.
-Con razón...lo sospechaba.
-Yo esperaba que lo hicieras,
para poderte iniciar.
-Ya los quiero conocer.
-Ja...no sabes lo que dices.
-¿Por...? ¿Me van a asustar?
-No, no hay que tenerles miedo
porque te vuelves su nido.
[...]