06 febrero, 2012

Providencia.

Miró el cielo azul claro, sin nubes visitándolo. El sol radiante lanzaba pecas de luz que danzaban en el viento, chispitas vibrantes, átomos de éter, que se adherían a su cuerpo. Se sentó como un buda y extendió los brazos como un cristo, cerró los párpados y abrió los ojos:

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