Toma el libro de carátula roja, lo abre e intenta leer algunas líneas,
pero una de plaga símbolos que desconoce se mueven como hormigas en un
remolino sobre las páginas. Atónito lo cierra, lo vuelve a abrir, y ahí están de
nuevo: ordenadas en párrafos como un cuartel de ejercito o una colonia, juntas
para formar una idea o un significado conjunto. Lee las líneas en voz alta, pero no
comprende lo que su voz emana, ni lo que intentan decir. Quiere releerlo y las hormigas-letras se reagrupan, transitando entre el fondo blanco como si una cuchara meneara la
sopa de letras.
-Esto debe ser un sueño.
-No, apenas estás despertando.
-No, apenas estás despertando.
Van sentados en una limosina roja sin techo, sobre una avenida
pavimentada de cristal. Detiene sus pensamientos para mirar el cielo, que es un océano, sentir el viento que no aparece hasta que lo llama y los acaricia sin cesar, susurrándoles
música de flautas al oído. Cuarenta y nueve lunas en diferentes fases se posan horizontalmente en el
paisaje, como un anillo o una corona alrededor del planeta.
-¿Quién
eres y qué haces aquí?
-Pregúntatelo a ti primero.
-Pregúntatelo a ti primero.
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